RED, CULTURA Y LIBERTAD


 
Es muy difícil, intentar congeniar libertad y libertades.
Tenemos  que afrontar muchos retos nuevos, porque el mundo es cada vez menos ancho y menos ajeno en el sentido global; nos enfrentamos a situaciones que hace 20 años parecían ficción; el avance de Internet, de la Red, el compartir información a tiempo real y sin fronteras.

Ahora tenemos conflicto de intereses: la libertad de recibir información, cultura, compartirla de forma que no dañe los intereses  y la libertad  de los creadores de la misma: escritores, cineastas guionistas, pintores, músicos etc.
Muy complejo porque nadie puede poner puertas al campo; pero si educar y regular razonablemente estas problemáticas.

Parto de una base, que es la base  de la Bibliotecas Públicas, de las Hemerotecas y de las Videotecas, el compartir, el prestar.
Hay muchos ciudadanos no solo en  este país, sino del mundo entero que no tienen acceso fácil a la cultura, con lo que eso significa para un ser humano como ocio , como formación de la persona integral.
Lamentable que solo pueda acceder a ella quienes tienen medios o son privilegiados por su nacimiento o por pertenencia a naciones del mal llamado Primer Mundo, ciertamente es morirse de asco si eres mujer, si eres “pobre”, si perteneces a  una raza determinada o has nacido en una cultura peculiar.
Esta es la realidad  discriminatoria que paladeamos todos los días.

Nuestro mundo se encamina a la apertura, a ir poco a poco rompiendo barreras y clases, a ritmo pausado, es verdad, demasiado pausado; aunque las cosas importantes requieren tiempo para implantarse o eliminarse.
Se trata  de igualdad de oportunidades, un planteamiento revolucionario, de mentalidades progresistas y/o “utópicas” que choca de forma frontal contra el capitalismo, contra el mantenimiento de privilegios y contra el conservadurismo.

Ahí quería yo llegar.
La Ley Sinde, no ha arreglado el problema que dice tratar de regular o resolver por la vía penal y el cierre a ultranza de determinadas páginas de Internet que comparten en su mayoría de forma gratuita contenidos sometidos a derechos de autor.

Los intermediarios de la industria del entretenimiento, expertos en imagen y comunicación, han degradado a banal disputa entre mezquinos piratas y honestos autores, esto no es así, aunque  durante un tiempo les salió bien.
Pero ese tiempo ha pasado ya para siempre.
No hay mentira que pueda soportar el escrutinio permanente de una sociedad civil movilizada. Y desde el 2 de diciembre de 2009, la Internet española ha estado en guardia, frente al mayor ataque a sus libertades sufrido desde que en el año 2001 se conoció el anteproyecto de LSSI del gobierno Aznar para controlar Internet. Pero al igual que pasó hace nueve años, la sociedad red española ha demostrado una inusitada vitalidad. 
El Manifiesto en defensa de los derechos fundamentales en Internet consiguió unir a todos los internautas españoles en un objetivo común: defender a cualquier precio la libertad de expresión en la Red.

Yo he escrito libros, dictado conferencias y generado cultura y contenidos, no me considero “creadora” porque no he hecho algo de la nada; si me considero “artista” porque he conseguido mi estilo, ejerciendo un arte para expresarme ante mis semejantes. He pintado y mucho, he tenido el privilegio de  vivir de ello, de mis cuadros.
¿Cómo considero yo  mis derechos de autora?
He sido quien ha dado a luz esas obras que una vez que las vendía o que las lanzaba como barcos a la mar al público ya dejaban de ser mías.
Lo mismo ha pasado con mis investigaciones, mis conferencias, mis libros. Unas veces he cedido todos los derechos y en pocas ocasiones los he hecho valer de forma simbólica.
Evidentemente no soy un personaje público y famoso, que forme parte y esté plenamente  conectado con el circuito de la industria, he tenido una profesión alternativa, he sido multidisciplinar, como muchos otros autores.

Seguro que esta  Ley Sinde no nace de la voluntad del pueblo español, sino que es una imposición de Estados Unidos; que  ha presionado a nuestro gobierno para aprobarla, pisoteando nuestra soberanía nacional. Quieren una Internet sumisa y controlable, que sea útil para convencer a la población, como los restantes medios de comunicación controlados desde el poder. No quieren que la gente comparta información, no quieren que sepamos quién mueve realmente los hilos, no quieren que sepamos cómo se enriquecen empobreciendo al resto de la población. Quieren una red esclava desde la que vendernos su visión del mundo.
No es una teoría de la conspiración, es una realidad de la injerencia de unos en las cosas de otro, ejerciendo  un poder que no siempre mira por el ciudadano ni que tampoco les correspondería, volvemos a la globalización en su cara más fea.
Gracias a Wikileaks.
También tengo que reconocer que muchos estamos cansados de pagar excesivamente por los diferentes soportes en los  que consumimos cultura y  ocio , lo hemos hecho sin rechistar; pero ahora con las nuevas formas y maneras que ha inaugurado Internet, la Red de redes, pensamos que las viejas estructuras de la industria cultural  tendrían que cambiar, ponerse al día; no es lo mismo manufacturar un libro en papel que digitalizarlo, es mucho más barato lo segundo, no hay transporte, no hay almacenaje.
Es más fácil reducir costes en el caso de Internet, donde además puedes elegir entre múltiples ofertas, además es inmediato, puedes tenerlo al minuto; pero los precios no han cambiado ¿quién se lleva la plusvalía?
¿Realmente es como dicen los autores y la industria que el compartir su género libremente acarrea pérdida de empleos y millones de euros a la basura? No creo que sea todo tan simple, ni oro todo lo que reluce.
Entramos en la rueda de los “intereses creados”,  la vieja y extravagante  burocracia española:
“la casta reaccionaria que medra en los aledaños del poder, con independencia del signo político del gobierno de turno. Ahora sabemos todos los nombres. Algunos de ellos son antiguos conocidos: su especialidad es enterrar gobiernos salvando muebles y prebendas, negociando cargos vitalicios, pensiones, asesorías de empresas o embajadas. La misma oligarquía blindada que ha destruido, en el sector privado, toda apuesta por un modelo distinto de país. Son los intermediarios de la infamia, los abogados del dólar, aquellos a los que Neruda retrató en su Canto General”.
(Carlos Sánchez Almeida dixit)
Intermediarios bien forrados y/o blindados, seguros de si y con ninguna gana de perder privilegios, ni monetarios ni de status.

Algo tiene que cambiar , porque la sociedad civil ya no tiene que mostrarse dócil ni apaciguada ante tanto pasteleo, debemos exigir a nuestros representantes , que escuchen y realmente legislen y gobiernen  con  equidad y sentido común tanto para autores como para usuarios, pues todos somos ciudadanos no solo de este país sino del mundo.
Hay soluciones factibles, pero hay que ponerse a ello.
La producción cultural no necesita a los viejos intermediarios, ni  modos obsoletos, para venderse en Internet, lo que necesita es un mecanismo ágil, que permita controlar la difusión de su obra y su justa retribución.   
Todos, ciudadanos y artistas como he dicho antes,  necesitamos una democracia directa y participativa, en política ,en  la creación, en economía, en TODO.
Esto sólo es el principio. Volverán a intentar aprobar el  proyecto, tal vez con nombre diferente  como hacen con  casi todo lo demás.
Van a ir tanteando , hasta dar  con el dónde queremos llegar, nosotros y ellos. Será una larga jornada de lucha, en la que lo importante ya no será la propiedad intelectual.
Lo que está  y estará en juego es, ni más ni menos, el modelo de democracia que nos ampare, la democracia que queremos.


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