Lo leo , lo siento... Poesia Comprometida.


Leer poesia ha sido y sigue siendo mi mejor manera de enfrentar el cansancio, el tedio y y la angustia.Me gusta leer en voz alta y perderme en los ecos y cadencias de mi voz desgranando las palabras; es como un baño del que sales nuevo,puro, renacido.
Si leo a poetas comprometidos con mis ideales, siento el dolor de los otros que me duele más que el mío.Poner la palabra al servicio de los que nada tenían; denunciando los atropellos en un mundo desgarrado por las Guerras,el egoismo y la explotacion del ser humano por otros seres humanos; violentado y humillado por infames que perpetuan la injusticia y la expanden como una enfermedad...
Como dice el Profesor Angel Remacha:
"Nada hay tan poderoso y tan libre como la palabra. La palabra tira por tierra a los violentos y derrota a los fuertes. La palabra es un arma invencible: . Mantiene a raya a los enemigos de la libertad y a los tiranos. La palabra es el arma contra la intolerancia, contra la desmemoria, contra los abusos del poder. La palabra que acusa y subvierte. Contra la impunidad, la Literatura refresca y denuncia. Contra el olvido, la Literatura sugiere, evoca, sirve de catapulta, es un punto de partida. Un arma que apuntala y que anima a viajar."


De Gabriel Celaya
LA POESÍA ES UN ARMA CARGADA DE FUTURO


Cuando ya nada se espera personalmente exaltante más se palpita
y se sigue mas acá de la conciencia
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las barbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que siento excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para pobre, poesía necesaria,
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir quien somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mi a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo que por eso con técnica, que puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

Con Celaya he vuelto a escuchar la voz acusadora del viejo militante del luchador impenitente del exilio interior que clamaba con furia y desesperanza:" Cuando ya nada se espera personalmente exaltante/ más se palpita y se sigue más allá de la conciencia/ fieramente existiendo, ciegamente aspirando/ como un pulso que golpea las tinieblas en unos tiempos en los que todos callaban.

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