La Impunidad del Franquismo



Me duelen las injusticias, me molesta cuando se habla para ofender o minimizar a las personas, una cosa es la ironia, fina o de sal gorda y otra es la maldad artera que busca hacer sangre reivindicando agravios que no existen. Si la injusticia va acompañada de prepotencia o de soberbia, me dan ganas de pelear y no precisamente con la dialéctica.
Es cierto que he hecho causa primordial de nuestra Memoria Histórica, los desaparecidos o asesinados, los explotados, los niños arrebatados a sus familias que vivieron una vida que no debia haber sido la suya, mujeres lanzadas a la miseria , prisión , la prostitución o a la misma muerte... Y todo está ahi, porque esa memoria como he dicho muchas veces, es terca, afortunadamente, se empeña en regresar , toparse con la sociedad, reaparecer una y otra vez en el camino, aunque quieran enterrarla un poco más, aunque lo nieguen, como muchos niegan el genocidio judío por los nazis y la sobreexplotacion de los negros sudafricanos, diezmados por los minoritarios blancos...
¿NEGAR LO EVIDENTE?; pues si, la Historia nunca es unilateral, siempre tiene versiones, depende de los actores y del papel que juegan en ese inmenso teatro , dependen de si es una comedia o una tragedia, como nuestra guerra civil; y sobre todo no se nos escape que en las guerras y en los conflictos siempre hay vencedores y vencidos, la interpretación como sabemos de primera mano es muy diferente.
La Historia tiene ese doble sentido, y es nuestro deber, no solo preservar y dignificar los nombres, los hechos de los que nos precedieron y regaron este suelo patrio, primero con su sudor y luego con su sangre, ellos se sembraron, o fueron sembrados para que en este campo abonado con su ejemplo, valor y vida, pudiesemos crecer nosotros y nuestros hijos con mas derechos y en una España mejor ; sino tambien , ya que son la otra parte de este drama ,a los "vencedores", a Pizarro, Queipo de LLano,Mola, Muñoz Grandes, Serrano Suñer, el mismo Franco etc. sencillamente para tener la contrapartida y que nadie neciamente pueda negar la intervencion de los contrarios en los hechos, para que no digan que hay PARCIALIDAD, aquellos que usaron y abusaron de la misma.
Sería bueno investigar en el terreno de cada Comunidad Autónoma, recoger informacion , ordenarla y exponerla; no solo en los personajes, sino en los artefactos , los lugares; hacer que las peidras hablen y cuenten lo cruento y lo vil, lo heróico y lo cobarde, formando un todo un prima con diferentes aristas; para que la herencia de nuestros hijos y nietos sea la verdad y ante tanta lágrima y tanta indignidad se produzca PAZ, lo mas deseable.
Un compañero me ha compartido un artículo de Saramago, que precisamente se intitula como el encabezamiento de esta entrada; tengo que agradecer a Julián Melero la lectura sosegada de estos pensamientos del Premio Nobel, hombre de memoria, y un hombre "bueno" en el sentido de don Antonio Machado, en este artículo se cita al Juez Garzón al que apoyamos en esta dedicación a que se conozca la verdad la incómoda; quiero poner sus palabras íntegras, porque cada palabra ,igual prosa que poesia tienen la virtud de ser puñal o pluma, dependiendo de quien lo lee:

"Son 114.266 personas las que, según el auto dictado por el juez Garzón el 16 de octubre de 2008, desaparecieron, en el contexto de crímenes contra la humanidad, entre julio de 1936 y diciembre de 1951, en el curso de la Guerra Civil española y, ulteriormente, durante la dictadura fascista de Franco.
Baltasar Garzón, que ha cumplido con su deber con apego a la ley, se encuentra imputado
España ignora a sus propias víctimas y atormenta a sus familiares
La violación de los derechos humanos ha sido una desgraciada realidad a lo largo de la historia de la humanidad; sus autores, en la inmensa mayoría de las ocasiones, han quedado impunes, y a las víctimas y a sus familiares, en otras tantas, se les ha privado de la necesaria tutela judicial en los tribunales internos.
Por ello, la comunidad internacional ha ido estableciendo diferentes compromisos, ineludibles para todos los Estados, a fin de garantizar la búsqueda de la verdad, la reparación a las víctimas y el castigo de los autores de los más graves crímenes contra la humanidad. Es decir, garantizar el derecho de las víctimas y sus familiares a la justicia, como garantía del principio esencial, del que debe prevalerse todo Estado, de no repetición de los crímenes.
Respecto de los familiares -como lo ha reiterado la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos del 16 de julio de 2009 en el caso Karimov contra Rusia- la ausencia de búsqueda oficial de los desaparecidos supone un trato cruel e inhumano. Dicho de otra forma, los familiares de los desaparecidos sin respuesta oficial son víctimas de tortura.
Desde la Convención de Ginebra de 1864 sobre leyes y costumbres de la guerra, al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966, pasando por la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 o los recientes Principios o Directrices de Naciones Unidas sobre los Derechos de las Víctimas de Violaciones de Derechos Humanos adoptados en el año 2005, es indudable el deber, moral y jurídico, de toda la comunidad internacional y de cada uno de los Estados que la componen, de perseguir graves crímenes contra la integridad y dignidad humana.
Las desapariciones forzadas, han sido calificadas por las Naciones Unidas como un ultraje a la dignidad humana, reconociendo el derecho a un recurso judicial rápido y eficaz, como medio para determinar el paradero de las personas privadas de libertad o su estado de salud, o de identificar a la autoridad que ordenó la privación de libertad o la hizo efectiva. Como otros crímenes semejantes, considerados de lesa humanidad, no son amnistiables ni prescriptibles según la evolución del Derecho Penal Internacional desde los principios de Núremberg.
Esa obligación de perseguiry castigar los más graves atentados contra la humanidad es aplicada sólo por algunos Estados, y de forma interesada. Y España ha de entonar por desgracia, y con gran vergüenza, el mea culpa.
España que se congratulaba en ser uno de los pioneros en la aplicación del principio de justicia universal, hoy desgraciadamente en entredicho, ignora a sus propias víctimas, somete a tormentos (según la indicada doctrina del Tribunal Europeo) a sus familiares y desoye las obligaciones contractuales internacionales dimanantes de tratados y convenios suscritos e incorporados a su ordenamiento jurídico.
Recientemente, el Comité de Derechos Humanos, en su periodo de sesiones de octubre de 2008, examinando los informes presentados por los diferentes Estados, y antes de que se declarase la Audiencia Nacional incompetente para conocer de las desapariciones que tuvieron lugar durante y después de la Guerra Civil, señaló que "está preocupado por el mantenimiento en vigor de la Ley de Amnistía de 1977", y recordó que "los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles y aunque toma nota con satisfacción de las garantías dadas por el Estado parte en el sentido de que la Ley de la Memoria Histórica prevé que se esclarezca la suerte que corrieron los desaparecidos, observa con preocupación las informaciones sobre los obstáculos con que han tropezado las familias en sus gestiones judiciales y administrativas para obtener la exhumación de los restos y la identificación de las personas desaparecidas".
El comité recomendó no sólo la derogación de la Ley de Amnistía, sino el auténtico restablecimiento de la verdad histórica sobre todas las violaciones -se produjesen por quien se produjesen- de los derechos humanos cometidas durante la Guerra Civil y la dictadura franquista, añadiendo que ha de permitirse a las familias que identifiquen y exhumen los cuerpos de las víctimas y, en su caso, indemnizarlas.
La naturaleza de crimen de lesa humanidad que supone la desaparición forzada de personas es, por tanto, indiscutida, en particular cuando se comete de forma grave o sistemática contra la población civil. Lo señalaba también la Convención de 2006 sobre Protección de todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas, determinando la obligación de los Estados de investigar los hechos y juzgar a los culpables.
Han transcurrido más de 12 años desde que, el 28 de marzo de 1996, la Unión Progresista de Fiscales interpusiera la primera denuncia por los crímenes cometidos por los responsables de la dictadura militar argentina en los años 1976 a 1983. A partir de entonces, se han sucedido en la Audiencia Nacional española, como órgano competente para la instrucción y enjuiciamiento de los crímenes acogidos bajo la jurisdicción universal, diversas denuncias por crímenes internacionales ocurridos en diferentes países que han dado lugar a un amplio debate sobre el principio de jurisdicción universal.
Sin embargo, más de 70 años después de los hechos, en España se sigue sin conocer qué pasó, quién ordenó las ejecuciones, quién practicó las detenciones, y qué sucedió con los, al menos, 114.266 desaparecidos que se han documentado judicialmente.
La obligación de investigar, juzgar, castigar y reparar se ha obviado, de forma incoherente, en España. Peor aún, el único juez, Baltasar Garzón, que ha cumplido, con apego a la ley, coherencia, valentía y riesgos evidentes con el deber de contribuir a satisfacer las demandas de las víctimas, se encuentra cuestionado e imputado por quienes tendrían el deber ineludible de propiciar que España honre sus obligaciones internacionales en materia de derechos humanos.
Señalaba, el relator de Naciones Unidas, Louis Joinet que "para pasar página, hay que haberla leído antes".
No olvidemos a esos 114.266, con sus nombres, apellidos e historias. Con sus madres, hermanas o hijos. No sigamos tolerando que se torture a sus familias. El olvido y la impunidad no es solamente fuente de dolor para las víctimas, es una herida abierta que lesiona la democracia. Bien dijo Francisco de Quevedo: "Menos mal hacen los delincuentes, que un mal juez".
Firman este artículo José Saramago, Premio Nobel; José Jiménez Villarejo, ex presidente de la Sala Segunda del Tribunal Supremo; Enrique Gimbernat Ordeig, catedrático de Derecho Penal; Javier Moscoso del Prado y Muñoz, ex fiscal general del Estado; Luis Guillermo Pérez, secretario general de la Federación Internacional de Derechos Humanos, y Hernán Hormazábal Malaree, catedrático.

Dice mi camarada Julián que José Saramago es un ciudadano ejemplar, comprometido con los derechos humanos, la libertad y la justicia, y un referente ético y de coherencia para muchos de nosotros. Creo que recoge en gran parte todos las afirmaciones y sentimientos que todos hacemos sobre el franquismo y la valiente actuación que ha tenido el juez Baltasar Garzón sobre la Memoria Histórica en nuestro país, y que ha sido vilmente asediado por todos los poderes fácticos que aún continuan parapetados en muchas instituciones del Estado y donde muchos de sus componentes no han realizado una transición democrática.
Luego hablan de "MANOS LIMPIAS", ese sindicato o lo que sea que en aras de unas herramientas democráticas que usan pero no parecen respetar ni apreciar en su valor, mas bien pienso que son MANOS QUE AMORDAZAN, MANOS DEL DISIMULO, MANOS MANCHADAS DE SANGRE, pues hay muchas formas de matar, no solo segando la vida, sino y esto es mas doloroso negando el derecho a saber, a conocer y a enterrar con dignidad los restos mortales de los familiares, tratando de que el olvido no solo remate al asesinado sino que alcance a sus familias.
No lo podemos permitir, debemos seguir empujando, arrimando el hombro y levantando los puños, solo así se movera lo que parece inamovible, la voluntad de todos tiene que poder mas que la de unos pocos.
¡Salud y Memoria Histórica!
Para ti que gobiernas el país del rencor
donde todo está inmóvil,
donde nada se cura.

Para ti que conviertes
cada palabra en una cicatriz
cada recuerdo en una barricada.

Para ti se inventaron la soberbia y la ira.

Yo que viví en tu mundo de horas irrevocables
y golpes sin regreso,
sé que no existe paz para tu guerra,
que no hay nada más que pasado en quien nunca habrá olvido.

Adónde vas a ir,
si a tu sed de venganza no hay agua que la sacie;
si no existe victoria que te haga sentir fuerte;
si tú vives
como
quien
para
huir
del
fuego
sube
a la azotea de una torre en llamas.

Para ti
cuyos ojos abiertos en las sombras
son las heridas blancas de la noche.

Para ti en cuyas manos
se leen los venenos,
se clavan para siempre las espinas.

Para ti se ha inventado la amargura.
Benjamín Prado.

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